

Así es: La sostenibilidad está en boca de todos. Pero sin iniciativa personal, las pautas de comportamiento arraigadas rara vez cambian. Junto con mi colega, quería marcar la diferencia. Fiel al lema: No hay nada bueno si no lo haces tú, ni siquiera en el lugar de trabajo.
Mi coche, mis trayectos al trabajo, mi oficina: hay cosas en las que uno ya no piensa porque se han vuelto tan evidentes... y tan cómodas. De vez en cuando, sin embargo, deberíamos recordarnos si nuestro comportamiento es realmente respetuoso con el medio ambiente, o si todavía se puede mejorar. Mi colega Sharone y yo aprovechamos uno de esos momentos para salir de nuestra zona de confort. Nos sentamos y recopilamos ideas. El resultado es una pequeña lista de cosas por hacer que, en realidad, requiere poco esfuerzo y, sin embargo, no deja de surtir efecto:
Dicho y hecho. Con mucho celo nos pusimos a cumplir nuestras tareas. Pero, ¿durará el entusiasmo inicial?
Los pequeños pasos también conducen a la meta
Día tras día, trabajamos siguiendo estrictamente el programa. Muy pronto, nuestros nuevos hábitos se convirtieron en algo natural.
Ahora, varios meses después, nuestras ideas siguen vigentes. Por supuesto, voy andando al trabajo. El pequeño entrenamiento de la mañana me mantiene en forma, y mi huella de CO2 también se reduce. Sólo cuando llueve pienso de vez en cuando en mi cómodo coche. Pero soy más feliz cuando llego a la oficina y me tomo un café con Sharone, no en vasos de plástico, por supuesto.
En realidad, no hace falta mucho para ser un poco más respetuoso con el medio ambiente: un buen colega, una pequeña lista de tareas pendientes y la voluntad de salir de tu propia zona de confort. Así es: pequeñas cosas que marcan la diferencia. Y si todos participáramos, el mundo sería mucho más verde. Para ello, no sólo hay que hablar, sino levantarse... y, por ejemplo, apagar las luces.
Saludos Jackie